Teletrabajo: ¿Ha venido para quedarse?
La crisis sanitaria, derivada de la pandemia del Covid 19, ha puesto de actualidad el teletrabajo. Cuando fue preciso el confinamiento de las personas en sus hogares, la única alternativa posible para poder seguir desarrollando la labor profesional era desde casa, obviamente solo era posible en algunas actividades.
Además, la tecnología existente en la mayor parte de los hogares facilitaba, con pequeñas o nulas adaptaciones, convertir una estancia del hogar en un lugar de trabajo. Esto permitió que muchos empleados pudieran seguir activos y desarrollando su labor profesional y que muchas empresas pudieran mantener su actividad.
El teletrabajo ya existía anteriormente a la crisis sanitaria, el porcentaje de empleados con teletrabajo era de un 7%, pero durante la crisis sanitaria, especialmente durante los dos primeros meses del estado de alarma, alcanzó cuotas significativas. A partir de este momento ha empezado a plantearse el teletrabajo como algo novedoso, que hay que potenciar, etc. Como muchas veces, en este país, vamos a los extremos y lo convertimos en una moda.
Tanto es así que las organizaciones sindicales ya han pedido una negociación con el gobierno y las entidades empresariales para acordar las reglas de su funcionamiento. El gobierno ya ha hecho público que va a proceder a su regulación, posiblemente en base a lo que se establezca en la mesa de diálogo social.
Pero el hecho que haya definido esta situación como una moda, además de los anteriores, es que el Banco de España, cuyas responsabilidades no deben ir mucho por el ámbito laboral, ha manifestado que en España un 30% de los trabajadores podrían estar en la modalidad de teletrabajo, porcentaje que eleva al 60% en el caso de los trabajos mas cualificados.
Últimamente también profesionales de diferentes ámbitos: médicos, sociólogos, psicólogos, etc. han escrito sobre las ventajas y los inconvenientes que plantea a la empresa y al trabajador. No voy a extenderme sobre los pros y los contras, simplemente voy a señalar los que considero mas relevantes.
El teletrabajo favorece, desde el punto de vista del trabajador, el evitar todos los tiempos necesarios para “ponerse a trabajar”, fundamentalmente el de los desplazamientos, muy gravosos en las grandes urbes, o, en los casos de distancia importante entre el hogar y el centro de trabajo, no solo por el tiempo dispuesto para este fin, sino también por el desgaste emocional que conlleva.Este tiempo ganado permite disponerlo para otras actividades, familiares o personales. El trabajar en casa permite, adicionalmente, distribuirse la jornada laboral a voluntad, y así poder conciliar.
Pero tiene inconvenientes, en mi opinión, el más significativo, no mantener el contacto, aspecto fundamental en la vida privada. Hay una frase que lo resume: “La relación personal no es sustituible”: La falta de contacto personal con los compañeros, los colaboradores, los jefes, etc. tiene múltiples inconvenientes, unos profesionales, como las ayudas, las informaciones, los comentarios, etc. que hacen que uno mejore su profesionalidad. Hay una frase del Director de Galicia Business School, que transcribo: “Acércate a los buenos profesionales, pues destiñen, y tú podrás aprovechar lo que ellos expanden”.
Pero, además, la falta de contacto, también tiene una incidencia importante en el ámbito personal, nos hace más introvertidos, más aislados, más estresados, más fatigados mentalmente, etc.
Desde el punto de vista empresarial, hay un inconveniente técnico, el teletrabajo facilita los ciberataques, tema no menor en muchas empresas, así como la posible pérdida de confidencialidad de los datos, quizás algunos sensibles, ya que están accesibles fuera de la empresa y distribuidos en muchos equipos y lugares.
De todo lo anterior, puede parecer que soy contrario al teletrabajo, pero no es así.
Creo que hay que expandirlo en su justa medida. No es posible hacerlo de igual modo en una gran empresa que en una PYME, ni por supuesto en un sector, por ejemplo, el informático ,que en otro, por ejemplo el automóvil. Por lo tanto, no hay teletrabajo para todos, dependerá de la situación, la empresa, el sector, el puesto de trabajo, etc. y siempre hacerlo de manera adecuada y, además, compatibilizarlo con el trabajo presencial, es decir, en mi opinión, siempre mixto, para tratar de minimizar los inconvenientes anteriormente señalados.
El porcentaje actual en España , ya señalado del 7% es muy bajo, comparado con la media europea, 15%, con países como Suecia 30%, Francia 21%, o Alemania 11,5%.
Creo que con los parámetros señalados podría irse avanzando con cautela, e incrementando el porcentaje actual, pero creo que un porcentaje ente el 10-12% sería un valor adecuado para las empresas y empleados españoles.
Hay otras vías, no demasiado desarrolladas, y que pueden ser alternativas al teletrabajo y que englobo en el concepto de “trabajo flexible”. En este concepto se puede incluir la flexibilidad horaria, trabajo en la calle, en la empresa del cliente, etc y, especialmente, todas las combinaciones de ellos. Obviamente cualquier modalidad de éstas exige un alto grado de confianza entre los responsables empresariales y el empleado.
Todo lo anterior va en contra del “presentismo”, modalidad en la que lo que cuenta, por encima de todo, es el tiempo que el empleado pasa en el puesto de trabajo, opción que, incluso, ha sido potenciada por el gobierno al establecer la obligatoriedad de fichar, un signo más, en mi opinión, de desconfianza en la relación empleador –empleado. Lo relevante para ambos debería y debe ser el trabajo bien hecho, y derivado de ello, la aportación de valor para la empresa y la satisfacción profesional y personal para el empleado.
Para finalizar, quizás reafirme lo expuesto, una experiencia personal acaecida hace más de 20 años. Un día en una visita que realizaba a las oficinas de un gran cliente, cuando yo trabajaba en el ámbito comercial de un gran grupo energético, mi acompañante, un alto directivo, me presentó a los empleados directamente relacionados con nuestro negocio, pero en medio de todos ellos también me presentó a una persona, que dijo pasaba allí la jornada laboral o la mayor parte de la misma, disponía de su lugar de trabajo, pero no era empleado de la empresa. Pertenecía a una importante empresa de telecomunicaciones y estaba allí para ayudar en la resolución de los temas que se presentaran en el ámbito de las telecomunicaciones a la empresa-cliente.
Me pareció una gran idea de fidelización de un cliente relevante, y le dije que mi empresa también estaba dispuesta a hacer el mismo modelo de colaboración en el ámbito de la energía. Y así fue. Se seleccionó un empleado y acordamos con él la forma de trabajar. Él gestionaría sus horarios, su estancia en las instalaciones del cliente, y las estancias en su lugar actual. Se estableció que, teniendo en cuenta su organización semanal, los viernes siempre estaría en la empresa, en su lugar actual de trabajo, para relacionarse con su jefe, compañeros, comentar los últimos hechos del negocio, las nuevas políticas, etc. También decidió que la incorporación de los datos del cliente a la base de datos de la empresa lo haría desde su propia casa. Es decir, se hizo un mix, presencial en su empresa, presencial en las oficinas del cliente y teletrabajo desde su casa.
En resumen, una forma de flexibilidad laboral con un buen resultado para las dos empresas y para el propio empleado. Es de lo que se trata.
Carlos López-Navaza
Socio-director de Lopez Navaza&Asociados Consultores S.L. y consejero de diversas empresas en las áreas de estrategia, negocio y energía, y colaborador en diversas escuelas de negocios en las materias de Estrategia, Planificación y Control y Organización de Empresas. Además es profesor asociado de Galicia Business School.