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Simulación empresarial, una actividad de alto impacto

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Simulación empresarial, una actividad de alto impacto

La simulación es una de las técnicas formativas más efectivas. En líneas generales, los ejercicios de simulación consisten en la reproducción de situaciones y condiciones reales en entornos dirigidos y supervisados. Los objetivos principales de las simulaciones son la adquisición de conocimiento, destrezas y habilidades en el ámbito en el que se desarrollan, y por tanto, la evaluación y retroalimentación a los alumnos o participantes, parte esencial de las mismas.

Son varias las áreas y disciplinas en las que la simulación ha pasado de ser un complemento didáctico eficaz para consolidarse como soporte principal del proceso formativo. Los avances tecnológicos de las últimas décadas han contribuido enormemente en ello, y así por citar una, el área médica utiliza ya de manera sistemática para formación simuladores avanzados en multitud de campos desde la investigación, la farmacología hasta las habilidades clínicas y complejos profesos de cirugía. Otra de las áreas en las que el uso de simuladores es intensivo es la aviación, y no sólo ya para pilotar, sino también en tareas como el control de tráfico o en producción, desde el mismo diseño de las aeronaves. También es habitual realizar ejercicios de simulación para verificación de sistemas y planes de situaciones de emergencia, como los propios simulacros de evacuación.

La efectividad de los ejercicios de simulación como herramienta didáctica está más que comprobada; la fijación de conceptos y habilidades desarrolladas es de mayor profundidad por estar su aprendizaje ligado a la acción, lo que también reduce las curvas de aprendizaje y permite a su vez mejorar o perfeccionar capacidades sin la necesidad de haber acumulado experiencias reales. Esta es una de las claves del desarrollo de estos métodos, por motivos obvios, la capacitación lograda por medio de la simulación es menos gravosa que la adquirida por la repetición de experiencias reales tanto en medicina, aviación o emergencias, por ceñirnos a los ejemplos expuestos. No es factible reproducir estas situaciones con finalidades formativas, y acumular experiencia a través de las reales, es lógicamente un proceso mucho más largo. En algunas profesiones incluso ciclos de carácter vital (cirujanos, bomberos, pilotos, etc.).

Otra de las claves, está precisamente relacionada con el coste. En la primera guerra mundial, los ejércitos europeos comenzaron a incorporar primitivos aviones a sus efectivos. Estos aparatos apenas llevaban unas décadas de evolución, y aunque sencillos en sus planteamientos, eran terriblemente difíciles de manejar con soltura. La destreza en su manejo ofrecía una considerable ventaja, siendo incluso conocidos por ello algunos experimentados aviadores. Si ya era peligroso el mero vuelo, la utilización con fines bélicos y la posibilidad de ser abatido por el enemigo, sometía a los pilotos a una altísima presión. Las pérdidas en vidas y aparatos eran inasumibles, y se empezaron a desarrollar unos rudimentarios simuladores mecánicos en los que un instructor de radio guiaba a los futuros pilotos en el aprendizaje de los indicadores, la  maniobrabilidad, el uso de la radio y demás controles.

A partir de los años sesenta, la electrónica disponible permitió evolucionar los sistemas de simulación de forma considerable, no sólo en aviación y otro tipo de vehículos, también para la carrera espacial, sino en muchas otras áreas, como por ejemplo para la puesta en marcha y gestión de centrales nucleares, redes eléctricas o de transporte. La creciente capacidad de cómputo desde entonces, permite reproducir sistemas enormemente complejos y desarrollar simuladores de altísimas prestaciones y capacidades. Tanto en las áreas ya comentadas (medicina, aviación, emergencias, producción…) como en multitud de nuevas aplicaciones, muchas de ellas ligadas a nuevas formas de ocio, como simuladores de vehículos, de realidad virtual, situaciones, entornos imaginarios o de práctica deportiva, tanto como para aplicaciones formativas prácticas, por ejemplo, como bróker en mercados financieros.

La diferencia fundamental entre la simulación y otros ejercicios de entrenamiento práctico, es la existencia del entorno simulado. Si bien una habilidad puede igualmente ser desarrollada a través de entrenamientos de repetición, tanto las de carácter práctico (p.ej. prácticas de tiro) como otras habilidades de relación o comunicación (p.ej. negociación, oratoria), el hecho de integrarlas en entornos simulados además de mejorar el rendimiento de la formación, permite introducir condiciones y características que estarán presentes en situaciones reales, y por tanto mejorar también la adecuación y calidad de la formación.

La simulación con usos formativos en el ámbito de la empresa se ha desarrollado igualmente a todos los niveles, al igual que los desarrollos y plataformas técnicas que los soportan. Un caso particular son los business games o juegos de empresa, en los que varios participantes o grupos compiten en mercados simulados y estudian los procesos de lanzamiento de nuevos productos, las técnicas de ventas, la penetración en otros mercados, la deslocalización productiva o globalización, la contratación, la formación, la planificación financiera  y cómo todos estos aspectos y las decisiones que sobre éstos se toman, determinan la evolución de las empresas simuladas.

Un paso más es la utilización de un business rol play, juegos de rol guiados, en los que un conductor (director) guía a los participantes en un formato mucho más abierto mientras éstos desarrollan unos papeles previamente asignados e intentan cumplir o conseguir ciertos objetivos en el marco de una situación ficticia que se presenta inicialmente y que evoluciona con el desarrollo en función de las decisiones tomadas. Si en los juegos de rol clásicos los personajes se guían por una ficha en las que se presentan sus características y se definen y cuantifican los atributos de éstos, en ocasiones también de carácter fantásticos o mágicos, de cara a posibles enfrentamientos con otros jugadores, en los juegos de empresa se potencian y trabajan las propias habilidades de liderazgo, comunicación o negociación por ejemplo, que se quieran trabajar y potenciar en la actividad. Así, y también a partir de unas especificaciones básicas de cada personaje (tienes formación financiera, has sido comercial en el sector, diriges una empresa tecnológica) la habilidad de los participantes puede derivar en que en el desarrollo de la simulación sea contratado uno u otro participante o equipo, se emprendan unas u otras negociaciones, se realicen propuestas comerciales, o se trabajen planteamientos concretos como la asistencia a comités de dirección, la construcción de equipos o proveedores o la planificación estratégica.

El aspecto lúdico competitivo contribuye a mejorar la dinámica y atractivo de las actividades de simulación. Por su parte, el desarrollo, la supervisión y el feedback o evaluación que aporta un equipo profesional orientado a exprimir la actividad con fines didácticos, es determinante para extraer el valor capacitativo y formativo.

La simulación empresarial es en definitiva una herramienta versátil, adaptable y de alto impacto. Contacte con Galicia Business School para ampliar información o desarrollar una actividad de simulación empresarial para su organización.

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Javier Represas Seoane

Ingeniero Industrial por la Universidad de Vigo y Postgrado en Promoción Inmobiliaria por la Universidad de Santiago de Compostela. Ha desarrollado su carrera profesional en el Sector Inmobiliario Industrial, en Consultoría y Desarrollo de Proyectos, Planificación Estratégica y Continuidad de Negocio. En estos años ha puesto en marcha diversos proyectos empresariales y startups, principalmente en sectores relacionados con tecnologías TIC, ingeniería, servicios inmobiliarios y consultoría.

Actualmente es CEO en Kala Investments, SA.