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Entrevista con Pedro García Huerta

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Entrevista Pedro García Huerta

Entrevista con Pedro García Huerta

Esta semana nos reunimos con el Responsable de Marketing y Sistemas de Galicia Business School, Pedro García Huerta, que es la persona encargada de que todo funcione correctamente durante las sesiones lectivas y al que muchos alumnos ya identifican como el «Súper de Gran Hermano» de la Escuela. La finalidad de este encuentro es que nos descubra todo lo que hay detrás de nuestro contrastado sistema de presencialidad digital. Una modalidad pionera en Galicia y que garantiza la asistencia a clase de nuestros alumnos estén donde estén.

Una vez que se impuso el Estado de Alarma, derivado de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, ¿Cuánto tiempo tardaste en encontrar una solución a una metodología docente que antes era puramente presencial?

Como con la adopción de cualquier solución tecnológica, fue un proceso (y todavía sigue siendo) de mejora continua. En la escuela fuimos muy previsores y ya a finales de febrero de 2020, cuando todavía el Covid-19 estaba lleno de incógnitas, comenzamos a buscar información sobre posibles soluciones, proveedores, y software. Por ello, cuando la legislación obligó a los centros a cerrar la formación en las aulas físicas, pasamos a la modalidad online de forma casi inmediata, concretamente el 20 de marzo. A finales de ese mismo curso empecé a testear soluciones sencillas para impartir docencia con alumnos en clase y en casa (en formato híbrido). Aprovechando el parón de verano, desarrollamos toda la solución de videoconferencia actual, estrenándola con las primeras clases del curso 2020-2021.

¿Podrías explicarnos cómo fue el proceso de adaptación online de la Escuela?

Fue un proceso basado en una profunda investigación en un corto período de tiempo (fueron semanas muy intensas), lo que nos dio la ventaja necesaria para encontrar una solución con celeridad. Una vez tuvimos una opción para impartir online, nos centramos en averiguar cómo transmitir al alumno esa cercanía que sentía estando en clase.

Para ello, desde el primer momento nos obsesionamos con que los profesores estuviesen cómodos impartiendo de forma online. Sabíamos que, si el docente se sentía cómodo y confiaba en esta metodología, transmitiría dicha confianza al alumnado. Hay que recalcar que, gran parte del claustro, pese a ser profesionales y docentes expertos, nunca se habían visto en la tesitura de tener que impartir una sesión online.

Con el objetivo de facilitar el proceso de adaptación a la nueva forma de impartir las clases, motivado por la crisis sanitaria derivada del Covid-19, creé documentación y tutoriales que enviaba a los profesores dos semanas antes de la fecha de su sesión lectiva. Una vez la revisaban, me reunía con ellos por Zoom para conocer las dinámicas que de normal ejecutaban en la modalidad presencial, para así encontrar la mejor manera de adaptarlas al nuevo y emergente entorno online. Finalmente, el día de la clase me conectaba a la sesión y en todo momento prestaba atención (actualmente lo seguimos haciendo) a todas las clases, para poder ofrecer una solución rápida a cualquier problema técnico (idealmente) antes incluso de que el propio profesor se diera cuenta o tuviera que pedirnos ayuda. Desde aquel momento me gané la fama del «Súper de Gran Hermano» entre alumnos y profesores, aunque actualmente comparto dicha fama con mi compañero Martín.

Al principio la mayoría de los profesores se desplazaban a nuestra sede en Santiago para impartir las clases. Desde allí, les ofrecíamos un espacio con focos, cámaras, micrófonos, monitores extra y una muy buena conexión (elementos que hacen la clase mucho más atractiva y robusta para el alumno con respecto a centros en donde el profesor imparte la sesión desde su propia casa, simplemente con la cámara del portátil y la conexión wifi).

entrevistapedroEn el momento en el que nos permitieron volver a impartir clase de forma presencial, fue cuando decidimos que la situación todavía era muy seria como para abrir las aulas sin más. Quisimos apoyar a todos los alumnos que por motivos familiares o médicos no podían asistir, por lo que crear aulas híbridas fue una decisión que prácticamente se tomó sola. Para ello, apostamos inicialmente por distintos equipos Lifesize, que por aquel entonces ganó el premio de mejor sistema de videoconferencias de 2019, y que integramos con Zoom, que ya apuntaba maneras como uno de los mejores softwares de videollamadas aplicados a la educación. También aprovechamos el momento de cambio para actualizar por completo nuestro campus virtual y el ERP para apoyar en todos estos procesos.

¿En qué consiste la modalidad híbrida/presencialidad digital?

Como lo resumiría nuestro Director Eduardo: «estés donde estés». Es decir, pase lo que pase a lo largo del curso, la vida profesional o personal del alumno, no se perderá ninguna clase. En Galicia Business School no cursas un programa online o un programa offline, realizas un curso en el que semana a semana nos ponemos en contacto con el alumno para preguntarle como asistirá ese fin de semana, en función de sus necesidades. De todas formas, para nosotros, va más allá del formato «híbrido». El alumno que se conecta desde casa tiene que estar con la cámara encendida y participar en clase como si estuviese en el aula, tanto con el profesor, como con el resto de los alumnos, y eso solo se consigue con una solución que permita esa interacción.

¿Habéis notado que este sistema haya potenciado el número de inscritos en vuestros programas?

Si, al fin y al cabo, el motivo principal por el que la gente decide retrasar su formación es por falta de tiempo. Para muchos perfiles profesionales es una gran ventaja tener la opción de que, si sales tarde del trabajo o estás fuera por viajes de negocios, puedas asistir igualmente a clase. Por otra parte, la gente joven cada vez busca más formaciones online, y nuestra oferta híbrida cubre también sus necesidades.

¿Cómo conseguís que los alumnos sientan una interacción plena como si estuviesen presentes en el aula?

Para conseguir una interacción plena, hay tres cosas que son necesarias:

1- Adaptar todas las dinámicas de los profesores al formato online. Dedicamos mucho tiempo a coordinarnos con los profesores para que todos sus ejercicios tengan una versión online. Preparamos toda la documentación que tenemos en papel en clase, para que la tengan por el chat de Zoom durante la sesión. Así, le quitamos todo el trabajo técnico a los profesores, para que simplemente se centren en impartir, transmitir y promover la interacción.

2- El alumno sabe que puede contar con nosotros. Además de escuchar todas sus sugerencias y dudas (tanto técnicas como académicas), tenemos el chat de Zoom y un número de teléfono y Whatsapp para atenderles en todo momento.

3- Muchos micrófonos y cámaras repartidas por clase, para que los alumnos en casa escuchen y vean a los que están en el aula y viceversa.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades durante los momentos de transición?

La mayor dificultad fue la que, gracias a la previsión, no sufrimos: los problemas de suministro. Por aquellas fechas ya había una crisis de los semiconductores, y se empezaba a hablar de los problemas de la cadena de suministro. Por poner un ejemplo, compré unas cámaras sencillas para impartir online por 60€, que una semana más tarde estaban a 200€, y que dos semanas después ya no se podían comprar por falta de stock. Gracias a esta previsión, pudimos adquirir todo el hardware necesario para impartir clase durante los siguientes meses. Al dejar a un lado estos problemas «logísticos», pudimos centrarnos mucho más en la calidad de las sesiones.

Tuvimos dificultades relacionadas con el montaje de las aulas híbridas, puesto que nuestra sede está situada en una zona rural. Es decir, tuvimos que actualizar toda la infraestructura de redes dentro de la sede. Una anécdota graciosa con respecto a esto fue cuando un camión rozó uno de los postes, dejando la sede sin conexión de fibra óptica. Para mitigar el problema tuvimos que contratar otra línea en la finca contigua y pasar cable, porque era más rápido que esperar a que la compañía telefónica lo reparase.

La otra gran dificultad fue el sonido. Aunque los equipos de videoconferencia son de muy buena calidad, fue necesario tratar los techos acústicamente con espuma para reducir los tiempos de reverberación que, aunque no se noten estando en clase físicamente, sí que pueden hacer menos agradable prestar atención a una clase que dura varias horas.

¿Dirías que en la actualidad la adopción de la modalidad de presencia digital de Galicia Business School supone una ventaja competitiva? ¿Por qué?

Claramente sí. Como te decía, ha aumentado el interés en los últimos dos años por nuestras formaciones en formato de presencialidad digital. Los profesionales que buscan formación cada vez se interesan más por la formación online síncrona y participativa. Hay mucha gente que no tiene tiempo para los desplazamientos que requieren asistir a clase, o no pueden asegurar su asistencia a todas las sesiones (nuestro Executive MBA, por ejemplo, dura 14 meses). La formación online tradicional, donde ves vídeos por tu cuenta, revisas contenido y te examinan con un test, aunque puede ser muy útil para según que perfiles, no resulta atractiva para la mayoría de los directivos. Nosotros hemos tendido un puente entre la formación presencial participativa, con un claustro excelente orientado a la práctica, y las ventajas de la modalidad online, como es su convivencia y la posibilidad de no perderte ni una clase.

Todos los sectores, productos y servicios apuestan por soluciones híbridas (metaversos, realidad aumentada, digitalización de productos tradicionalmente físicos…) y la educación no será una excepción. Estoy seguro de que somos los que hemos apostado más fuerte por esta propuesta de valor en Galicia, y tras estos dos primeros años, la acogida por parte de nuestros alumnos no ha podido ser mejor.