Eólicos non
La industria en Galicia va en franca decadencia, recordemos Alu Ibérica, Alcoa semiparada, electrointensivas, a medio funcionamiento, etc., y todas por el precio no competitivo de la energía eléctrica.
En pleno mes de agosto, circulando por carreteras secundarias de Galicia y, en algunas casas consistoriales de pueblos, que se están despoblando, me he encontrado con carteles con el mensaje de «Eólicos non».
Indagando sobre el tema con el alcalde de uno de estos pueblos, me dice que hay una situación tensa entre la empresa que pretende instalar un parque eólico y, los vecinos afectados por el mismo. En el caso concreto analizado, las posturas están distantes, ninguno se mueve de su posición, por tanto, un parque eólico sin construir y, consecuentemente, sin aportar energía eléctrica.
Otra noticia de este mes de agosto señala que el PIB per cápita de los gallegos se desplomó, entre el año 2019 y el 2021, un 8%, cuando el de los europeos cayó un 4,4%, es decir, que nos alejamos más de las regiones más competitivas de Europa.
A todo esto, se añade que estamos con una inflación elevada, con posible entrada en recesión en el otro y, con una subida de los salarios limitados, lo que recorta aún más la renta disponible en los hogares.
Pero, sigamos con la energía. Galicia es una región deficitaria en energía. Este déficit se ha incrementado con el cierre de la central térmica de Meirama y la prevista de As Pontes, aunque algunos políticos sigan pensando que se puede revertir la decisión.
La mayor producción de energía eléctrica en Galicia viene dada por las centrales de ciclo combinado, es decir, térmicas a gas, de As Pontes y Sabón. Con las dificultades económicas inherentes al mercado de gas.
Por tanto, las energías autóctonas son el agua y el viento y, en menor medida, el sol. No tenemos más. El agua presenta problemas de cantidad derivados del cambio climático, ya lo estamos padeciendo con restricciones de agua en algunos municipios gallegos. El sol parece, que va aumentando las horas de disponibilidad, pero, estamos lejos de otros lugares de España, también consecuencia del cambio climático, así que la energía más constante y en la que tenemos una ventaja considerable con otras regiones es el viento.
Estamos pasando una época cambiante, pero, en mi opinión, el reto mayor que tenemos por delante es el clima. Deberíamos centrar todos los esfuerzos en él. Ya sé que la guerra de Ucrania, el conflicto de China y Estados Unidos, etc, son aspectos relevantes que inciden en nuestra economía y, en nuestra vida, pero el clima es prioritario, si no lo atajamos, no hay vida.
¿Y qué tenemos que hacer? La solución está planteada, legar al año 2050 con emisiones neutras de CO2 y en esto todos tenemos que colaborar. Y para ello, disponer de energía renovable, al menos la eléctrica al 100% y, además, con seguridad y disponibilidad, es un reto alcanzable, pero, si nos ponemos a ello.
La seguridad energética implica la nula dependencia de otros países, véase la situación actual del gas y, por la guerra de Ucrania y Rusia, y en menor medida, del petróleo.
Por tanto, en Galicia la respuesta es fácil: eólica sí.
Obviamente con todas las garantías medioambientales, sociales, económicas, culturales, paisajísticas, etc., pero cumpliéndolas, damos agilidad a la tramitación, construcción y puesta en servicio.
Quizás el ejemplo de Alemania nos sirva para establecer en Galicia alguna otra medida. Alemania decidió prescindir de las plantas nucleares y fiar todo al gas de Rusia. Así se hizo un nuevo gaseoducto a través del Báltico
directo Rusia-Alemania y, parecía que el asunto estaba resuelto. Pero, surgió la guerra con Ucrania y, el posicionamiento de Alemania a favor de Ucrania no sentó bien a Rusia. Así que no solo forzó la subida del precio, en España el precio del año 2021 fue seis veces superior al del año anterior, pero, también limitando la cantidad entregada.
Ante esta tesitura que puede agravarse en el invierno, al aumentar la demanda, el Parlamento Alemán en julio de 2022, promulgó una nueva ley sobre la energía eólica terrestre, de tal modo que se amplía la capacidad en 10 gigavatios al año a partir del 2025, estableciendo que es de “interés público superior”.
Esto implica una simplificación en los trámites y, en una disposición de los terrenos. Obliga a los estados federados a reservar un 2% de su territorio para eólica en el año 2023 y, objetivos intermedios para el 2027.
Además, permite que los estados más avanzados en la implantación eólica puedan “vender” a los otros estados más rezagados. Busca una seguridad energética y climática, protegiendo la naturaleza y la biodiversidad.
Pero ¿Por qué tiene tanta relevancia para Galicia?
Se pueden dar varios argumentos, el principal, ya se ha indicado, es la energía disponible en Galicia con mayor grado de competitividad y disponibilidad.
Pero hay otro factor relacionado con la noticia del PIB gallego antes indicada. Está demostrado que el mayor valor del PIB está correlacionado con un mayor porcentaje de peso de la industria en el PIB.
¿Y qué podemos ofrecer en Galicia a la industria?
Pues, además de terrenos, mano de obra cualificada, etc., podemos ofrecerles energía eléctrica a precios competitivos. La industria en Galicia va en franca decadencia, recordemos Alu Ibérica, Alcoa semiparada, electrointensivas a medio funcionamiento, etc., y todas por el precio no competitivo de la energía eléctrica.
Los poderes públicos, las empresas energéticas y las industrias tienen en sus manos relacionar en mayor medida energía e industria, a través de PPAs, contratos bilaterales, etc.
En resumen:
- Conjuguemos los intereses de las empresas eólicas y el de los vecinos.
- No olvidemos la eólica marina y, hagámosla compatible con la pesca, el ambiente, las especies marinas, etc.
- Exijamos que cumplan todos los parámetros medioambientales, técnicos, sociales, etc.
- Correlacionemos los eólicos y la industria, aunque se está haciendo, se debe acelerar este proceso.
- Agilicemos la tramitación.
- Objetivo: instalar más eólicos y más industrias.
Al final que aparezcan carteles con: Eólicos SI y protegemos este mundo.
Por Carlos López Navaza