Algunas reflexiones y propuestas sobre la utilización de los fondos europeos
En mi último artículo me referí, con un símil de un barco en medio de una gran tempestad, a las consecuencias sociales y económicas que se derivan de la pandemia del Covid-19.
En el mismo, indicaba que iba a intentar ver lo que se debía hacer con las ayudas europeas anunciadas. Veamos.
Para paliar estas consecuencias, la Unión Europea ha puesto a disposición de los países miembros más afectados una serie de ayudas económicas que, en el caso de España, se evalúan en una ayuda directa, es decir, sin tener que devolverla, 72.000 millones de euros y otra en forma de préstamo, en unas condiciones totalmente bonificadas, por un importe similar, concretamente 68.000 millones de euros.
En palabras del presidente del BBVA, Carlos Torres, estos fondos europeos son una gran oportunidad ya que, si se invierten de manera productiva en el crecimiento a largo plazo y también con reformas estructurales, se pueden atajar problemas de la economía española, como el paro estructural.
Opinión que me parece muy adecuada.
Estas ayudas, especialmente, la directa, sin devolución, se otorga mediante una serie de proyectos a presentar que cumplan una serie de perspectivas ya definidas por la UE, es decir, orientadas a la digitalización, inteligencia artificial, a la sostenibilidad, al cambio climático, etc., en principio suena bien, pero son aspectos genéricos que es preciso concretar.
En palabras más altisonantes, que hemos oído muchas veces, se pretende una transformación social, económica o modernizar el tejido productivo.
En general, lo que se pretende con todas las ayudas tienen unos objetivos claros:
-Ayudar a pasar la situación originada por la crisis, y así se dedican ayudas para mantener los ERTE’s, la sanidad, etc. es decir, intentar arreglar los destrozos derivados de la pandemia.
Lo que, volviendo al barco, era tapar los desperfectos que la tormenta organizó.
-Mantener y mejorar las empresas existentes para que, una vez recuperado el mercado, continúen siendo competitivas y, por consiguiente, manteniendo e incrementando el empleo.
-Efectuar inversiones públicas transversales que faciliten la competitividad de las empresas, así se habla de infraestructuras, digitalización, formación y recualificación.
Es decir, lo que en mi anterior artículo refería a las mejoras que había que introducir en el barco, cambiar tipo de combustible, ayudar a la navegación, etc.
-Atraer nuevas empresas pioneras tecnológicamente y ayudar al desarrollo de startups o similares.
El último aspecto, referido en el anterior artículo, de pensar si se tenía que seguir utilizando el barco para el transporte de aquellas piezas.
En síntesis, las ayudas sin necesidad de devolver han de dirigirse fundamentalmente a temas sociales, a subvenciones o bonificaciones fiscales a e empresas. Los préstamos han de ir a las empresas viables que tienen una situación económica débil transitoriamente.
Como hay ayudas a fondo perdido y créditos que es preciso retornar a Europa, vamos a intentar establecer lo que, en mi opinión, habría que hacer con ambos mecanismos financieros.
Hay un axioma de partida, en el que creo que todos coincidiremos, el primer fin es que la economía se recupere lo antes posible, es decir, volvamos al Producto Interior Bruto del año 2019, un segundo fin, que todas las personas cubran sus mínimos vitales y un último, que sentemos las bases para que el PIB siga incrementándose y, consecuentemente creando empleo.
¿A qué se deben dedicar las ayudas no reintegrables?
Este dinero en forma de ayudas o mejor, en forma de subvenciones o de deducciones fiscales, es decir, aportaciones parciales a proyectos compartidos, se deben dedicar:
-A cubrir los costes que el Covid ha conllevado en los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE’s).
-Cubrir el exceso de costes que ha tenido el sistema sanitario español.
-Cubrir parte de los costes en que algunos sectores han incurrido, ya que sus ingresos se han visto muy mermados por las medidas que hubo que adoptar para luchar contra el COVID, caso de turismo, hostelería, restauración, etc.
-Sentar las bases para que se facilite la competitividad empresarial mediante actuaciones estructurales, que, además, posibilite una mayor calidad de vida, actuando sobre el clima, la sostenibilidad, la naturaleza, etc.
-Ayudar a las PYMES, no nos olvidemos que son las grandes bolsas de empleo, a pesar de este bache, y, además, para competir mejor en el próximo futuro, por ejemplo, con digitalización, sostenibilidad, etc.
-Ayudar a empresas y organismos a mejorar, y aquí se incluyen:
-Mejora de la sanidad pública, en aquellos aspectos que la crisis ha puesto de manifiesto.
-Mejora de la educación para cualificar a las personas para los empleos del futuro.
Capítulo aparte, merecería la mejora de las universidades.
En un artículo reciente que se comparaba el paro de los titulados en España y en el resto de Europa, se ponía de manifiesto que se debía a la calidad de la enseñanza universitaria, obviamente perdíamos.
-Mejora de las administraciones jurídicas, aquí, un aspecto importante a resaltar, la mejora de la justicia, para hacerla más rápida, como debe ser exigible.
-Mejora de infraestructuras necesarias para aumentar la competitividad de la empresa, dos ejemplos: el ferrocarril al puerto exterior de Coruña y el corredor Atlántico.
-Ayuda a las energías renovables que por su nivel de coste aún no puede ser gestionadas por el mercado, caso del hidrógeno, el biogás, etc.
-Ayudas al I+D, especialmente pública. Hay que recordar que España en estos momentos está investigando dos posibles vacunas contra el Covid y los dos centros que lo hacen son públicos.
-Ayudar a empresas que invierten en I+D para mejorar el tejido productivo o que son punteras en algún producto. Por ejemplo, intentar que se implanten en España empresas de fabricación de baterías para coches eléctricos.
En estos momentos en Europa hay diez fábricas, siete de ellas en Alemania y una de ellas en España. ¿Cómo será en nuestro país, la industria del automóvil sin estas factorías?
-Ayudas a la rehabilitación de viviendas, haciéndolas más habitables, más eficientes energéticamente, etc.
-Actuar en el ámbito rural, mediante infraestructuras, tanto de movilidad, como de telecomunicaciones, en saneamiento, gestión de las aguas, …
En cuanto a los créditos a devolver en forma de ICO o similar, si se pueden dedicar a:
-Energías renovables ya maduras y que, por lo tanto, ya el mercado se encarga de su desarrollo, caso de eólica, fotovoltaica, eólica marina etc.
El presidente de Iberdrola ya manifestó que, incluso no se deberían realizar las subastas anunciadas por el gobierno, opinión a la que me adhiero, y mucho menos prestarle ayudas europeas. Algunas propuestas de proyectos ya se han presentado a la Unión Europea.
-Se han presentado muchos proyectos de empresas del IBEX, es decir, grandes corporaciones con muchos medios para hacer grandes proyectos. Bienvenidos sean, pero con créditos a devolver.
-Proyectos de empresas solventes, para ayudarlas en la financiación para crecer, mejorar su competitividad, etc.
-Empresas estratégicas. Permitidme que aquí discrepe del enfoque que se le da a este adjetivo. En mi opinión las empresas estratégicas de un país son algunas de las que el Estado participa en su capital o en las que existe una regulación o control estatal. El que las estrategias se definan ahora parece un contrasentido. La ayuda que se está barajando para dar a Air Europa, si no es con devolución, me parece un mal ejemplo de gestión.
El gobierno ya ha nominado a los proyectos a presentar en Europa PERTE’s, es decir, proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, es decir, se vuelve a “abusar” del término estratégico.
Lo que si es necesario preservar es que los recursos no se dirijan a sostener empresas sin futuro ni a ayudar a incrementar rentabilidades que el mercado ya reconoce.
Pero, hay un aspecto que es preciso remarcar, al igual que la distribución de los fondos europeos a cada país se ha efectuado con criterios objetivos según el impacto que ha tenido la crisis del Covid y la situación económica de partida de cada país, es preciso establecer criterios para el reparto en España. Criterios que aún no se han determinado, lo que posibilita que la asignación no sea correcta. Los criterios deben de ser técnicos, es decir, inversión total, porcentaje de ayuda requerida, puestos de trabajo mantenidos y creados, garantía de cumplimiento, concordancia con criterios europeos, sectores de futuro, fijar posición en el rural, etc.
Pero, además, para el reparto a nivel estatal deberían tener peso aspectos como:
-Más a las regiones más desfavorecidas económicamente.
-Más a los territorios más afectados por la crisis.
Ha dejado para el final un aspecto sobre el que no se oye hablar, la optimización de la administración pública, adecuándola a los tiempos modernos. La mejor inversión de futuro sería reducir el gasto público, ello nos permitiría ir reduciendo la deuda y no cargar a las generaciones futuras con una mochila que ellas no generaron. Pero, además, esta simplificación administrativa y reducción de la burocracia conllevará que las inversiones, sean más rápidas y anticipadas.
Quisiera remarcar un aspecto importante. Las pymes tienen que estar en el foco principal de las ayudas, pero exige que también ellas hagan un esfuerzo de presentar proyectos que cumplan con los condicionantes expuestos y, además, tengan garantías de permanencia futura, tanto económica, como laboral, como socialmente.
Carlos López-Navaza
Socio-Director de López Navaza & Asociados Consultores S.L., consejero de diversas empresas en las áreas de estrategia, negocio y energía, y colaborador en diversas escuelas de negocios en las materias de Estrategia, Planificación y Control y Organización de Empresas. Además, es profesor asociado de Galicia Business School.